http://economia.elpais.com/economia/2016/01/08/vivienda/1452247422_885811.html Cualquiera puede convertirse en inversor inmobiliario con lo que lleva en el bolsillo y obtener unos ahorros sin asumir grandes riesgos ni deudas. El dinero no es un problema. Basta con disponer de 100 euros para invertir en la compra de viviendas, locales, oficinas y naves industriales mediante crowdfunding inmobiliario o micromecenazgo colectivo.
En España la fórmula trata de posicionarse en un sector que empieza a recuperar el tono. "Hay mucho interés porque se trata de una forma de invertir completamente nueva en España Hay que tener en cuenta que la inversión inmobiliaria siempre ha aportado rentabilidades altas, pero era un mercado restringido a grandes capitales. Ahora se puede invertir en varios inmuebles por toda España desde 100 euros y sin moverse del sofá", explican Antonio Brusola y Álvaro Luna, fundadores de Housers, la primera plataforma de pequeña inversión colectiva inmobiliaria en España. Ha conseguido reunir a más de 550 inversores en seis meses de actividad. Ofrece rentabilidades brutas (difieren según el proyecto) para un plazo de cinco años que pueden alcanzar hasta el 70%, teniendo en cuenta el alquiler y la revalorización del inmueble. "Se trata de rentabilidades muy difíciles de encontrar actualmente en cualquier otro producto financiero", dice Brusola. La compañía se centra en buscar inmuebles en barrios donde conseguir un inquilino sea sencillo y donde la posterior comercialización sea rápida y rentable. Esto se da, sobre todo, en las ciudades de Madrid, Valencia y Barcelona, donde los precios llevan varios trimestres al alza y hay una alta demanda de alquiler. El objetivo final siempre es la venta, es decir, la plataforma fija un objetivo de revalorización del inmueble y cuando se consigue se vende, independientemente del tiempo que haya transcurrido desde que fue comprado. "Obtenemos ingresos mensuales constantes a partir del alquiler del inmueble, más una plusvalía resultante de la futura venta", explica Luna. Los arrendadores son los propios inversores que, a su vez, son los dueños de la sociedad limitada que se crea para proceder a la compraventa del activo. Así, el particular recibe su ganancia procedente del alquiler todos los meses en su cuenta de Housers y puede transferir este dinero a su cuenta habitual sin coste. Después, cuando se vende el inmueble recibe su parte. El propio inversor decide en qué inmuebles quiere invertir: viviendas, locales, oficinas y naves industriales. También puede diversificar en diferentes viviendas y minimizar los posibles riesgos. Así, por ejemplo, puede elegir entre invertir 2.000 euros en un solo proyecto o pequeñas inversiones de 500 euros en cuatro distintos. La nueva Ley de crowdfunding fija los límites de inversión: los inversores no acreditados tienen un límite de 3.000 euros por proyecto. Los particulares más activos en este terreno proceden de Madrid y Barcelona, el 85% son hombres y el 15% mujeres, tienen estudios superiores, unos 35 años, poder adquisitivo medio (ganan entre 1.000 y 2.000 euros al mes) y aportan una media de 1.500 euros en varios inmuebles para poder diversificar la cartera inmobiliaria. No obstante, en los últimos meses también se han apuntado particulares extranjeros, sobre todo franceses e italianos. Pocos riesgos ¿Existe riesgo de perder el capital? Como en toda inversión esta posibilidad existe, pero "es poco probable porque siempre hay un bien físico que respalda la inversión y los inmuebles están situados en el centro de las grandes ciudades, por lo que siempre existe una demanda que impide que el inversor pueda verse perjudicado por una fuerte caída de los precios en un momento determinado", asegura Brusola. El pasado mes de septiembre Housers cerró su primera compra en la zona de la Avenida de la Albufera (Madrid). El piso de 46 metros cuadrados costó 62.000 euros, más los gastos de reforma e impuestos (80.500 euros). La plataforma estima que la rentabilidad bruta total para un periodo de cinco años es del 68%, en total 33.123 euros (17.688 euros por alquiler y 15.436 euros por la venta). Cada particular recibirá su parte proporcional. Tres meses más tarde consiguió, por primera vez en España, adquirir una vivienda en el barrio madrileño de Malasaña a través de una fórmula mixta: 123 inversores financian el 79% a través de crowdfunding ( 191.000 euros) y una entidad bancaria el resto (49.500 euros a un interés fijo del 2,35%). "Se ha hecho para aumentar la rentabilidad de nuestros inversores, ya que aprovechan el llamado apalancamiento financiero", indica Luna. Fuera de nuestras fronteras, el mercado más espabilado es el de Estados Unidos, aunque hay modelos parecidos en Francia, Australia, Inglaterra y Alemania. La plataforma PropertyPartner, en Reino Unido, ha conseguido seis millones de libras, más de 2.800 inversores y 20 propiedades compradas en seis meses. Hay más opciones Otra forma de convertirse en inversor en España es el crowdlending–una de las modalidades del crowdfunding–. Aquí los inversores financian con pequeñas cantidades de dinero los proyectos de promotores. Es lo que hace la plataforma The Crowd Estates, que valora proyectos inmobiliarios atractivos, los expone a una comunidad online de potenciales inversores, ofrece servicios de gestión para reunir el capital y controla la evolución del proyecto. Actualmente está abierta la posibilidad de financiar la construcción de un unifamiliar en L'Escala (Girona). El precio mínimo de inversión es de 3.000 euros. A esta fórmula recurrió el pasado año el grupo chino Wanda, propietario del Edificio España (Madrid), para financiar la construcción de cinco de sus grandes complejos. Gracias a esta forma de micromecenazgo consiguió 72 millones de euros de particulares y 648 millones de instituciones y empresas. Distinto es lo que hace la empresa InvesReal, una plataforma de coinversión en activos inmobiliarios que ofrece la posibilidad de invertir en socimis (sicav inmobiliaria), como las grandes fortunas. Ahora está abierta la participación en una socimi que invierte unos 50 millones de euros en edificios para la actualización de sus alquileres, reforma de sus pisos y posterior venta en los barrios más céntricos de Madrid y Barcelona. La inversión mínima es de 500 euros.
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